2008-08-22



Estaba en el súper pagando en el área de Cajas y pedí una caja de cartón. Me dijeron que no tenían, pero si cooperaba con 10 $ mexicanos para la campaña “Un kilo de ayuda” me podían dar 5 cajas a cambio.
Me pareció más que justo, así que pagué los 10 $ y me fui al fondo (donde me mandaron) por mis cajas.
Llegando al lugar, las cajas estaban adentro de un contenedor al cual no había acceso a nivel del ser humano: había que colgarse (Dios sabe cómo) hasta un agujero y, mientras hacía equilibrio sobre mi estómago, agarrar 5 desperdicios semihúmedos de cajas en la oscuridad. Vi a un joven empleado y le pregunté si me podía ayudar. Me dijo que “él no estaba para eso”. Volví entonces al área de Cajas y reclamé a la señorita que necesitaba que alguien me diera mis cajas. Ella me indicó que yo mismo debía agarrarlas.
Me enojé tanto que le dije: “¿no les alcanza con que ayude a los niños pobres que también quieren que me rompa la cabeza por ellos?”

Superama de Pachuca, Colonia Condesa, México DF, mayo 2008

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