2014-02-04


En el vuelo Washington-Roma pierden mi maleta.

Es viernes.

El operador es Alitalia, y yo sé que están todos sindicalizados.

Sé que no tengo esperanzas de recuperarla hoy.

Sin embargo, el joven que toma mi reclamo me dice que “llega hoy, más tarde, y se la envían a Siena” (adonde debo ir en bus desde Roma).

En el proceso de esperar, transcurre el viernes, sábado, domingo y lunes.

Llamo varias veces para preguntar dónde está.

Primero me dicen que ‘ya llegó a Roma’, luego que ‘en el aeropuerto de Siena’ (yo sé que en Siena no hay aeropuerto, entonces le cuestiono a la operadora pero ¡ella insiste!  OK, quizá tiene información que yo no tengo).  Más tarde me dicen que está en Florencia.  Al día siguiente dicen que está en Roma. Y en la tarde me dicen que la última información que me dieron es incorrecta.  “La última ¿cuál?  ¿La última de que estaba en Siena?”  “En Siena no hay aeropuerto”, me corrige la señorita. “Eso yo ya lo sabía, pero parece que…” “En Siena no hay aeropuerto, señor”, me interrumpe.  “OK, ya lo entendí.  ¿Entonces cuál es la información que está mal?”.  “Señor, llame mañana”.  No puedo llamar mañana, vengo reciclando calzones, no tengo productos para el aseo personal, tengo actividades sociales y la gente lleva 4 días viéndome con la misma ropa. Parezco un mendigo. “¿Me quiere decir que mi maleta está perdida?”, la increpo.  Me cuelga el teléfono. Tiene razón: yo ya sabía que estaba perdida, si no, ¿por qué mierda estoy llamando a este número?  Pobre chica, tener que luchar con estos mendigos que hacen preguntas capciosas.

Siena, Italia, febrero 2014


Originalmente pensaba que el concepto “comida chatarra” estaba limitado a la calidad y elaboración de ciertos alimentos.

Pero luego descubrí que la VERDADERA comida chatarra excede al alimento en sí.

La comida chatarra no es chatarra si no tiras algo que dejaste sin comer.  Entre lo que tiras tienen que quedar varios bocados de algo, sobres de aderezo que no usaste, bebida que ya no te entró de tanto líquido o de tanto gas.

Asimismo, debes generar un montón de basura cuando la consumes.  Si es reciclable, mejor, porque te da una excusa “marketinera” para consumirla como si realmente te importara el medio ambiente (cuando en realidad tú, y todos a tu alrededor, sabemos que no).

Washington, enero 2014


La nena, de unos 3 añitos, va sentada en el metro y la mamá de pie frente a ella.  Junto  a la mamá va la abuela.  La nena le pega a la mamá en las piernas un puñetazo. La mamá se hace la tonta. La nena le vuelve a pegar, a ver si reacciona. Nada. Le pega por tercera vez.  La abuela intercede: “no…” – le dice – “eso no se hace”.  La niña esboza una gran sonrisa: “estamos peleando a jugar”.  “Se dice ‘jugando a pelear’ “ – corrige la abuela.  “No. Peleando a jugar” – insiste la niña.  Dios sabe qué será lo que habrá oído y visto esa niña en la casa.

Metro línea azul, Ciudad de México, enero 2014  


Él termina de pintar un cuadro y está tratando de decidir si continúa o se detiene. Le pregunta a ella su opinión.  Pero sabe que no es justo preguntarle si “le gusta”, porque no es un gusto personal lo que espera de sus comentarios, sino más bien qué es lo que ella ve en ese cuadro. Gustarle se limitaría a ‘sí’ o ‘no’.
  •          ¿Qué te parece? – le pregunta.
  •          Pues la verdad… ni me parece, ni me deja de parecer...

"Otras gentes a las que no le parece"





     

Foto: Máximo González

Estamos de vacaciones en una casa en la playa, adonde varias personas hemos sido invitadas por el anfitrión. Durante el desayuno, una de las invitadas pide huevos divorciados y, diciendo que está muy rico, me ofrece probar.

- Gracias – le digo -. Come tú.

- Pero es mucho para mí. De aquí podemos comer los dos.

- No te preocupes – insisto -. Come tú todo lo que puedas y, ya que no quieras más, me das a mí lo que quede.

- Como los animales – dice ella.

Pienso y toda la infancia se me desmorona.  Es cierto, hemos sido criados como animales.

Careyes, Jalisco, México, enero 2014


Ella está vestida de negro, muy ‘lookeada’.  Abrigo ajustado, cuello, cabello recogido bajo la boina, botas de caña muy larga.

Tan pronto se forma en la fila de Ingreso de Trámites en el Instituto Nacional de Migraciones, una empleada se aproxima para ver en qué puede ayudarla.
  •           Vengo a ver si está listo mi trámite – dice ella, con profundo acento porteño -. Si Dios quiere -. Piensa un momento y luego le espeta a la muchacha -. Bueno, en realidad ¡si Uds. quieren!  Por qué vamos a meter a Dios en esto.

La empleada la mira.

Instituto Nacional de Migraciones, Polanco, Ciudad de México, diciembre 2013


Estoy comprando un desodorante en la farmacia.  Mientras el empleado me está cobrando, entra un señor bastante desalineado, casi tambaleándose, y en voz alta le pide al joven que le venda una botellita de alcohol.  El joven trata de hacerle entender que tiene que esperar, que en ese momento me está atendiendo a mí, y en cuanto termine podrá pasar con él.
  • Qué te pasa… - dice el borrachín -. Reacción, carnal, ¡reacción!
Calle Palma, Centro Histórico, Ciudad de México, diciembre 2013


Foto/dibujo: Emilio Rangel

Un señor habla por celular en el vestuario del gimnasio.  Me imagino que está atendiendo una consulta psicológica de una madre o un pariente angustiado por un niño.
  • Es importante que le enseñes a diferenciar la realidad de la fantasía – le dice a su interlocutor.
Y yo pienso: ¿no será mejor que se dé cuenta solo?

Centro Histórico, Ciudad de México, diciembre 2013


Caminando por la banqueta del Monte de Piedad, los señores que ofrecen comprar cosas en la calle (antes de entrar a la casa de empeño) me dicen:

“Joven, ¿qué vende?”

Nada, es mi primer pensamiento, pues no estoy pasando por allí más que para ir a otro lado.

“¿Qué quiere vender?”, dice otro.

Habría muchas cosas que me gustaría vender, por distintos motivos.

“¿Qué va a vender?”, el tercero.

Probablemente algo que no planeaba, lamento.

Espero que estos compradores impetuosos tengan piedad de la gente que realmente va a vender sus cosas, porque aunque la intención parece una sola, las emociones son siempre distintas.

Monte de Piedad, Centro Histórico, Ciudad de México, diciembre 2013

2014-02-03




Ya aprendí a vivir con los malos servicios.  A lo que no me acostumbro es a vivir con la mentira.

MERU Cabs, una empresa de taxis por teléfono en India, me dio muy buen servicio durante toda mi estadía en Mumbai.  A la hora de reservar el taxi para llevarme al aeropuerto de regreso a México, no dudé en solicitar su servicio, el cual fue confirmado y, según su website, los términos y condiciones de su contrato, y el Times of India!  tiene 100% servicio garantizado al aeropuerto.

El día de la partida estoy esperando con mis maletas.  Normalmente se reportan 20 minutos antes, para avisar que están en camino y dar el número de la unidad.  Pero esta vez me llamaron 8 minutos después de la hora convenida, para decirme que desgraciadamente no tenían auto que me diera servicio.  Me puse muy molesto, no sólo porque me estaban plantando (y no es fácil conseguir un taxi en la calle a hora pico y con maletas) sino porque: ¿qué había pasado con su 100% de garantía al aeropuerto?  Yo entiendo que un taxi les pueda fallar – le explico -, pero si es necesario, tienen que dejar varado a otro cliente para darme servicio a mí, si es que tienen pensado mantener invicto su 100% de garantía.  Mientras le estoy explicando esto, me cuelga. No salgo de mi estupefacción.  ¿Qué hago? ¿Vuelvo a llamar y le grito? ¿Le exijo que me consiga otro taxi?  Mejor me voy a la calle y consigo uno yo.  Como decía Raffaella Carrá en su tema ‘California’: “Llévame hasta el aeropuerto / que esto empieza a oler a muerto / No te digo ‘adiós’ / decírtelo es decir ‘me quedo’ “ 

Mumbai, noviembre 2013




Yo no sé si la gente ve lo mismo que yo, o soy el único que tiene la mente podrida, pero en el pasillo del avión hay un cartel que dice “Sexit” y apunta para la cabina de control de la aeronave…

México DF-Manzanillo, Aeroméxico, agosto 2013


El gimnasio al que acostumbraba ir ha cambiado de nombre.  No sólo eso: han hecho algunas mejoras muy estudiadas.  Han renovado y embellecido aquellos lugares donde la vista se posa más frecuentemente.  Por ejemplo: adonde mira la gente cuando está en las caminadoras, el reloj donde la gente controla el paso del tiempo, la primera pared que se ve al entrar al vestuario, entre otras.  Eso les permite hacer MUY visibles los contados cambios que suceden. 

Una de las modificaciones que me llamó la atención fue esta pared, donde ponen la imagen de un joven entrenando al estilo antiguo griego en olimpíada, generando un clima como de templo, donde se yergue la figura a venerar, el cielo al que anhelamos, y no quedan dudas de que hemos venido hasta aquí, si no es a sudar el culo, por lo menos a poner nuestro diezmo.

Fitness Express, Centro Histórico, Ciudad de México, diciembre 2013

  

 

Entre las miles de campañas publicitarias que se inventan las empresas, éstos le pusieron ‘voz’ al agua.  Cada botellita trae una historia existencial del agua.

Creo que lo único porque me lo aguanto es porque se trata de agua potable en India, y encima, de los Himalayas (hay que reconocerle su status).

Mumbai, diciembre 2013

Fotos: Armando Miguélez

A principios de los ’90 me afiliaron obligatoriamente a una AFJP (fondo de jubilaciones y pensiones que debí elegir) en Argentina.  Allí me efectuaron retenciones sobre mi sueldo durante 10 años.

A comienzos de los 2000 me afilié (también obligatoriamente) a una AFORE (fondo de jubilaciones y pensiones) en México.  Allí me efectuaron retenciones sobre mi sueldo durante 4 años.

Durante este segundo período, el algún momento intenté ‘conglomerar’ ambos fondos.  Cada empresa me decía que, si quería, podía traer mis fondos de un fondo en el extranjero, pero no podía sacar los que estaban allí. 

Hace 2 años, mis ahorros forzosos en Argentina volvieron al Estado (fondo de jubilaciones y pensiones público).  Quién sabe qué sucederá en unos años con mi fondo de ahorros forzosos en México.

Dudo que vaya a ver ninguno de estos aportes en 25 años, que será cuando me toque jubilarme.

Pero habré crecido con un slogan maravilloso y la claridad de que, aquello, nunca fue mío.

México – Argentina, 2013