2008-08-29



Me paré frente a un puesto callejero que vendía pulseras tejidas. Me parecieron muy simpáticas sobre todo porque me hacían acordar a una técnica de tejido que usaban mis abuelas aunque a detalle no se veía exactamente igual. Para sacarme la duda le pregunté a la vendedora:
- ¿Es macramé?
- Sí – me dijo ella, presurosa.
Como “conozco a mi gente” (así dicen en México) insistí en mi pregunta: volví a formularla pero ya con una expresión seria, de interés, no como un comprador-turista casual que pasa y lleva lo que hay sino como alguien que está buscando algo en particular y se disgustaría mucho de llevarlo y que luego resulte otra cosa.
- ¿Es macramé? – insistí.
- No – dijo ella con sentimiento de culpa -. Es pulseras.


México DF, enero 2008

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