2008-09-21



Ella se avalanzó a la calle entre dos autos estacionados, llamando a un taxi que no veía (quizá suponía que podía pasar uno y verla a ella). Pocos segundos después un taxi se acercó a nosotros y se detuvo. “A éstos no hay que hacerles caso” – dijo ella, dándole la espalda al auto, pensando que era un loco de los que abundan en Nueva York ofreciendo algún servicio que en ese momento nadie requería. Ante la falta de respuesta, el taxi se retiró ofendido, neumáticos chirriando. “Viste?” – dijo ella -. “Están locos”.
- Pero era un taxi – le dije yo -. ¿No es eso lo que queríamos?
- ¿Ah, sí? – dijo ella.

Haydeé Rovirosa, NY, enero 29, 2006

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