2010-07-05


Sus amigos, entorpecidamente heterosexuales, contra su voluntad lo arrastraron hasta un bar irlandés en el Microcentro de Buenos Aires. Actuaban como adolescentes saliendo de un partido de fútbol, barulleros, a los empujones, diciéndole a las chicas cosas que ni se distinguían.

Uno de ellos lo golpeó en el hombro y le señaló a una pechugona:

-¡Mirá qué tetas!

El muchacho dijo:

- Sí, la verdad.

El otro se lo quedó mirando.

Hoy, escuchando su relato, puedo entender perfectamente al hormonado heterosexual en happy hour: no era la respuesta que esperaba de otro hombre frente a la presencia de semejantes tetas.

- ¿Qué clase de comentario fue ése? – le pregunté, tratando de entender por qué lo había hecho.

- No me interesan las tetas – dijo -. Mi respuesta fue simplemente una postura científica.

Buenos Aires, junio 2010

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