2010-07-21


Cuando pienso en el Bicentenario me vienen a la mente los grandes festejos que en la escuela nos contaron sucedieron para el Primer Centenario. Las fotos blanco y negro de los carruajes, las banderas colgadas en Florida (aún no peatonal), los monumentos que decoran la ciudad y fueron regalo de diferentes naciones para ese primer gran cumpleaños como país, todo me hacía pensar lo hermoso que habría sido vivir ese 1910.

Hoy, a la distancia, vivo un Bicentenario que México prepara para el próximo 16 de septiembre. Las noticias dicen que los cráneos de los cuatro héroes de la Patria, enterrados en el Ángel de la Independencia, han sido removidos hacia el Castillo de Chapultepec (Museo de Historia Nacional) para quitarle protagonismo al Gobierno de la Ciudad y dárselo al Gobierno Federal.

Desde Buenos Aires llega una noticia análoga: desfiles públicos organizados por el Gobierno Federal en Avenida 9 de Julio compiten con la re-inauguración del flamante Teatro Colón, organizada por el Gobierno de la Ciudad; todo está programado para el 25 de Mayo.

Me pregunto: ¿cómo fue realmente el Primer Centenario Argentino? Busco en Internet y lo primero que encuentro es un artículo que habla sobre la falta de interés y la confusión generalizada de una población predominantemente inmigrante que tiene problemas de supervivencia mucho más preocupantes que la celebración de un centenario con el que no se siente identificada.

México DF, julio 2010

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