2010-07-11


Tocamos el timbre, el señor abre la puerta y nos atiende muy amablemente. Nosotros estamos buscando a su hija, a quien no vemos desde el año 2002. Para que no piense que se trata de personas sospechosas, en vez de pedirle sus datos, le damos los nuestros: nombre, teléfono, celular, correo electrónico. Él se coloca sus lentes y comienza a leer lo que yo escribí de puño y letra, para cerciorarse de que entiende la letra. Lee nombre, teléfono y celular, pero no llega al correo electrónico. Yo se lo digo en voz alta, para que confirme que está bien. El deniega suavemente con la mano:

- Sé que mucha gente vive ahí – dice, refiriéndose al YAHOO – pero eso yo no entiendo.

Buenos Aires, julio 2010

1 comentario:

m dijo...

guau