2010-10-28


La misma vecina que atormenta a mi abuela, le vive pidiendo recetas. Mi abuela es muy buena cocinera, sobre todo repostera, y la vecina ha probado su torta favorita. Insiste en que le dé la receta. Mi abuela da señales claras de que no quiere compartirla, pero la otra insiste (no sabe leer señales). Entonces mi abuela le dice la receta.

Un par de días después la vecina le toca el timbre, le dice que hizo la mentada torta pero que la masa se levantó tanto que llenó todo el horno, hasta reventar, como una especie de bicho prehistórico en expansión. “¿Qué le pusiste?”, le pregunta mi abuela. “Lo que me dijiste: 6 yemas, 4 claras, 1 taza de azúcar, 1 cucharadita de jugo de limón, 1 taza de harina, 100 gramos de manteca derretida, 1 frasquito de Polvo Royal...”. “¡NO! “ – le dice mi abuela – “¡estás loca! ¿cómo le vas a echar un frasquito de Polvo Royal? ¡Es una barbaridad!”. “Pero vos me dijiste”, protesta la vecina. “No: yo te dije una cucharadita… Vos entendiste mal”.

Congreso, Buenos Aires, 1960’s

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