2016-08-02


Antaño tenía cierta renuencia a dejar marcas de escritura, rayones o subrayados sobre un libro, sobre todo si no era de estudio.  Luego descubrí que leer un libro sin subrayarlo es como no haberlo leído jamás. Las marcas hacen incluso más creíble para mí el hecho de haberlo leído.  Llevo años de encontrarme con libros que sé haber leído y los miro, los repaso, o los vuelvo a leer completos y no encuentro en ellos ningún recuerdo. Si cuando menos encontrara las marcas, las reconocería como propias, y debería atenerme a la evidencia.

(un ejemplo: 12 pruebas de la inexistencia de Dios (Sebastián Faure))

2014



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