2008-10-16



foto: Ana Gallardo

Estábamos invitados a cenar a su casa y convinimos que todos ayudaríamos a cocinar algo.

A mí me tocó hacer la ensalada. Entonces lavé la lechuga, la corté y la metí en el bowl.


El dueño de casa me vio y exclamó: “¡Qué estás haciendo!”


Corrió a la otra punta de la cocina, abrió el armario y sacó un dispositivo circular que yo nunca había visto en mi vida. Echó allí la lechuga y la centrifugó. El agua se juntó en un vasito.  

Inmediatamente me lo plantó en las narices y me dijo: “Esta agua te la vas a tomar VOS”.


David Dadone, Buenos Aires, 2002

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